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Invitan al gobierno a cumplir primero con las prestaciones actuales

El ex secretario general de Sutiss asevera que el principal patrono, el gobierno, debería empezar a depositar las prestaciones a sus trabajadores en un banco para que estas generen mayores intereses.

Dícese de la “extensión de la aplicación de una norma a hechos y situaciones anteriores a su entrada en vigor o a actos y negocios jurídicos”, define la Real Academia Española el concepto de retroactividad. ¿A partir de cuándo se considerará la aplicación de este aspecto para el pago de las prestaciones sociales? ¿Cómo se realizará el cálculo?

El abogado y ex secretario general del Sindicato Unido de Trabajadores de la Industria Siderúrgica y sus Similares (Sutiss), Eleuterio “Tello” Benítez, destaca en primer lugar que este anuncio de Chávez debió haberse realizado hace más de 11 años, pues el nuevo régimen prestacional es un mandato de la Constitución de 1999.

No se ha hecho por ahora, “y eso es un grave daño económico a los trabajadores”. Durante el primer año de la nueva Constitución la Asamblea Nacional debió haberse encargado de esta normativa, afirma Benítez.

Sin embargo hay una lectura adicional que el ex secretario general de Sutiss tiene en consideración: el primero de mayo -para cuando se prevé el anuncio de la reforma a la Ley Orgánica del Trabajo (LOT)- faltarán cinco meses para las elecciones presidenciales en Venezuela. “Son evidentes las intenciones electorales de esta decisión (cumplir con el nuevo régimen de prestaciones)”.

“El gobierno debería sanear primero sus cuentas con la clase obrera y empezar por depositar las prestaciones en un banco y que éstas generen mayores intereses. CVG por ejemplo”.

Aun cuando Benítez expresa que pudiera darle el beneficio de la duda y partir de la buena fe del gobierno, no deja de llegar a la misma conclusión que esta propuesta de retroactividad en las prestaciones no es una “respuesta concreta” pues no determina ni cuándo ni en qué condiciones se hará el pago.

Benítez afirma que una “solución seria”, para mejorar las condiciones de los trabajadores es garantizar las condiciones del trabajo decente, a saber: respeto a la contratación colectiva, libertad sindical, ingresos suficientes, y apego a los convenios laborales suscritos por Venezuela ante la Organización Internacional del Trabajo. “Cualquier cosa distinta es ofrecer pañitos de agua caliente, son recursos del populismo”.

Sostiene que los trabajadores son objeto de manipulación, pero “la crisis del movimiento sindical es así. Nada está hecho con sentido de permanencia; esto es un marasmo para que prenda la demagogia oficial”.

Morosidad patronal

El diputado por el circuito 3 del estado bolívar, Américo De Grazia, manifiesta que si bien la retroactividad es “una deuda política del Presidente, no es menos cierto que no representa ningún valor agregado”. Explica que el gobierno “más que pagar con retroactivo lo más importante es que pague las prestaciones, como principal patrono y deudor que es”.

A su juicio, se trata de “demagogia”. “Al sector privado puede embargársele, aplicarles sanciones, pero ¿al gobierno cómo se le embargan los pupitres y sillas de una escuela porque no le han pagado a los maestros? ¿Cómo se embarga una ambulancia porque no le pagan a los médicos de los hospitales?”.

Opina De Grazia que el acto de la constitución de una nueva central obrera, es “otra aberración”. Razona el diputado que crear una confederación de trabajadores que sea afecta al gobierno -“el principal patrono”- es contra natura.

“No es más que central obrera servil con un tiro en las alas que no podrá levantar vuelo. Es contra natura de lo que debe ser el movimiento sindical no sólo en Venezuela sino en el mundo entero, es poner de jefe del sindicato al patrono”.

Anuncio de alegría

El ex ministro del Trabajo y diputado oficialista por el estado Bolívar, José Ramón Rivero, expresó que el anuncio del regreso de la retroactividad de las prestaciones sociales “es un precepto constitucional que se ha venido trabajando en distintos niveles y se está tomando ya la decisión política. Ahora bien, hay distintos trabajos, distintas propuestas para que el cálculo referente sea el último salario, que es lo que más beneficio aporta. Eso no implica que debe quedar redactado como el artículo de 1983”.

Consultado sobre por qué ahora, si esta decisión era una estrategia política del Presidente, Rivero contestó que este anuncio se debe a un asunto “que había que resolver. No podíamos estar esperando a que mejorara la situación económica”.

Resaltó como aspecto positivo que los convenios colectivos que ya incluyan el carácter retroactivo -Corpoelec, por ejemplo- mantendrán este régimen en el pago de las prestaciones.

Este aspecto en la futura reforma a la LOT “es motivo de alegría”, asevera Rivero por cuanto se recuperará un beneficio que se perdió en el gobierno de Rafael Caldera, en 1997.

Correo Del Caroni

Trabajo decente para reducir la pobreza y la desigualdad

El foro que se realizará en la UCAB es gratuito, indicaron Tello Benítez y José María Fernández, del comité organizador


La Universidad Católica Andrés Bello-Guayana realizará un foro sobre este concepto, introducido en 1999 por la Organización Internacional del Trabajo.

 Los 7 de octubre de cada año se realiza la Jornada Mundial por el Trabajo Decente, una actividad organizada desde hace cuatro años por la Confederación Sindical Internacional. El término “trabajo decente” acuñado desde hace más de una década, es desconocido por buena parte de la población venezolana.

Un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) destaca que el concepto de trabajo decente, introducido en 1999 por la Organización Internacional del Trabajo (OIT), “expresa el amplio objetivo de que mujeres y hombres tengan oportunidades de empleo productivo en condiciones de libertad, equidad, seguridad y dignidad”.

Éstas son las principales características del trabajo decente, por lo tanto “un empleo decente está cubierto por la seguridad social y garantiza la protección de las leyes laborales, así como la posibilidad de expresarse a través de organizaciones de trabajadores libremente elegidas”. El trabajo decente es una de las vías para combatir la pobreza y, sin dudas, las desigualdades en la distribución del ingreso.

En el marco de esta jornada mundial, la escuela de Relaciones Industriales de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) abrió un espacio para realizar un foro sobre el trabajo decente, como una estrategia de la OIT para combatir la pobreza. La actividad se realizará el próximo 14 de octubre en el auditorio de la biblioteca de la casa de estudios, de 7:30 de la mañana a 12:00 del mediodía.

El foro será instalado por el rector de la UCAB, José Virtuoso. Intervendrán como ponentes José María Fernández, doctor en formación, empleo y desarrollo; León Arismendi, profesor de derecho del trabajo de la Universidad Central de Venezuela y miembro del Instituto de Desarrollo de la Gerencia Económica y Social (Ideges), e Ismael Pérez Vigil, asesor de la Confederación de Industriales de Venezuela (Conindustria).

Trabajo precario
A juicio del abogado Eleuterio Benítez, el trabajo decente debería ser una de las banderas de los sindicatos, sobre todo en gobiernos como el de Venezuela con poco interés en aplicarlo.

La Declaración Universal de Derechos Humanos pone las bases del derecho al trabajo decente en su artículo 23, en el que se señala que “Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo”, destaca la Cepal.

Además, el primer objetivo de Desarrollo del Milenio es erradicar la pobreza extrema y el hambre. La Meta 1B es “lograr empleo pleno y productivo, y trabajo decente para todos, incluyendo las mujeres y los jóvenes”, de modo, que el término es de gran importancia en el ámbito laboral.

Benítez destacó que existen experiencias positivas en países como Brasil, en donde se elaboró un listado de indicadores para monitorear y elaborar un perfil del trabajo decente. En 2003, señala la Cepal, antes de que las Naciones Unidas adoptaran la nueva meta de empleo, se propuso en Argentina un objetivo adicional a nivel nacional sobre la promoción del trabajo decente, que incluye la meta de incrementar la cobertura de la protección social.

El caso venezolano es particular. “No solo la mayoría de los trabajos no son decentes sino que hay un incremento del trabajo precario, la situación es sumamente grave y si evaluamos aspectos como la libertad sindical, la situación es peor”, indicó el abogado.

“El trabajo decente es un compromiso del Estado y el próximo Gobierno tiene que luchar por esto”, añadió, al explicar que el Gobierno actual niega la realidad de las organizaciones empresariales y sindicales y no dialoga. “Los sindicatos están muy divididos y la mayoría de los trabajadores no está sindicalizado”, expuso.

“La tarea es grande sobre todo para el movimiento sindical”.

Estrategia efectiva

El doctor en formación, empleo y desarrollo, José María Fernández, destacó que el trabajo decente pasa por una serie de condiciones, entre las que destacan empleos de calidad y en cantidades suficientes; ingresos suficientes para una vida digna; seguridad en el empleo; formación permanente; fortalecimiento sindical y negociación colectiva y participación de los trabajadores en decisiones de política económica y social.

Asimismo, precisó, diálogo social y tripartita entre trabajadores, empresa y Gobierno; protección social en el empleo y la sociedad, y condiciones de libertad y equidad.

“Esta es una estrategia para la superación de la pobreza. No creo que haya una estrategia diferente para esto”, recalcó.

Fernández toma como ejemplo el caso de Brasil, en donde 40 millones de personas fueron sacadas de la pobreza, dijo. “Eso no lo consiguen las políticas asistencialistas”.

El estudiante de cuarto año de Relaciones Industriales de la UCAB, Francisco Gutiérrez, explicó que todos los años realizan junto al campus de Caracas un modelo de la OIT, en el que han reforzado la importancia del trabajo decente. En el modelo participan, de manera simulada, trabajadores, Gobierno y empresas.

“El trabajo decente es el núcleo del cual parte todo lo demás. Un trabajo puede ser productivo pero también digno”, indicó.

En un escenario como Guayana, asiento de industrias tanto públicas como privadas, así como de profundo malestar por el incumplimiento de convenciones colectivas, amenazas a la libertad sindical, desigualdad y ascenso de la precariedad laboral, el foro encuentra un espacio oportuno.

Cuatro ejes

El Programa de Trabajo Decente de la OIT tiene cuatro objetivos estratégicos: crear trabajo, garantizar los derechos de los trabajadores, extender la protección social y promover el diálogo social.

“El trabajo decente refleja las prioridades de la agenda social, económica y política de países y del sistema internacional. En un período de tiempo relativamente breve, este concepto ha logrado un consenso internacional entre gobiernos, empleadores, trabajadores y la sociedad civil sobre el hecho de que el empleo productivo y el trabajo decente son elementos fundamentales para alcanzar una globalización justa, reducir de la pobreza y obtener desarrollo equitativo, inclusivo y sostenible”.

Para más información: www.ilo.org/spanish

Nuevos retos del sindicalismo de Guayana/ Tello Benítez

Las crisis plantean cambios de escenarios y objetivos. Hay que revisar objetivos y estrategias.

El sindicalismo de Guayana tiene, en su breve historia, éxitos muy importantes, éxitos reconocidos por todos los sectores. Quienes conocen la historia del sindicalismo guayanés desde la década de los años 70, por lo menos, los recuerdan con añoranza. Hay, incluso, quienes dicen que el sindicalismo guayanés vive de la herencia.

Sin embargo, hoy hay muchas críticas al sindicalismo guayanés, particularmente al de las empresas básicas, el cual por el tipo de empresas y concentración de trabajadores, tiene un poder de presión que no tienen los trabajadores de otros sectores y menos, desde luego, los de las pequeñas y medianas empresas, los cuales en su mayoría, no tienen ni siquiera sindicatos. Este poder de presión podría ser empleado más positivamente.

Al actual sindicalismo de Guayana se le hacen muchas observaciones, entre ellas, su falta de unidad y coherencia para adelantar una lucha efectiva para que las empresas sean sustentables, a fin de que puedan garantizar un trabajo decente; su falta de solidaridad con los desempleados y aspirantes al primer empleo tanto universitarios como jóvenes de los barrios populares, al no luchar por el procesamiento aquí de la materia prima que producen, contribuyendo así a la creación de más empresas, de más empleo; su no denuncia consistente de hechos que tienen que ver con la ética, como por ejemplo, que existan significativas cantidades de trabajadores haciendo proselitismo político oficial a tiempo completo, mientras las empresas avanzan hacia su colapso; igualmente que planta de carbón de Alcasa tenga 4 años cerrada mientras su nómina cobra como si laborara los 3 turnos y sin que se busque solución a este problema y se solicite sanción a la pésima gerencia que afecta el patrimonio público.

Pero lo que está planteado hoy es hablar en positivo, avanzar en la solución de los problemas y procurar dirigir la proa hacia el desarrollo. El sector empresarial privado, también objetivo del gobierno como el sindicalismo, se ha trazado una política de alianzas con cuatro sectores: trabajadores, gobierno, academia, y comunidades.

Somos de la idea que lo que está planteado es un acuerdo social de todos los sectores pero seguramente los empresarios ven que por el camino que se han planteado se puede llegar al mismo objetivo. El asunto para el movimiento sindical y para los trabajadores es que luchan aislados, no tienen ninguna política de alianza con la población, y tampoco suficiente claridad en las propuestas, que además, de incluir sus reivindicaciones, beneficien también al resto de los sectores y a toda Guayana.

Está demostrado y eso lo decíamos desde que comenzamos la construcción de Matancero, que la lucha aislada no es garantía de triunfo. Y menos ahora, cuando el movimiento sindical y los trabajadores enfrentan un gobierno que desconoce los derechos laborales, entre ellos la libertad sindical, los derechos adquiridos e irrenunciables, y las convenciones colectivas.

El movimiento sindical y los trabajadores de Guayana, constituyen un potencial que debidamente movilizado y empleado sería una fuerza formidable, más aún si se acuerda con otros factores activos de la sociedad civil, ¿no se podría, por ejemplo, emplear ese poder de presión, que tienen los trabajadores de las empresas básicas para consensuar y luchar por: 1) Un proyecto de diversificación empresarial para la región, 2) Por un acuerdo de empleo decente (garantizar los derechos fundamentales en el trabajo, protección social, creación de empleos, diálogo social, etc., 3) Por un plan de inversiones estratégicas para Guayana mediante un fideicomiso dentro de la idea que plantea la Cámara de Industriales, 4) Un acuerdo social de inclusión e igualdad de oportunidades?

Las crisis plantean cambios de escenarios y objetivos. Hay que revisar objetivos y estrategias.

*twitter:@tellobenítez

DEMOCRACIA, EDUCACIÓN Y TRABAJO / Un gobierno sedicioso. Por: Tello Benitez

Reiteradamente vemos tanto al Presidente de la República como a otros funcionarios de la administración pública, bien sean del Ejecutivo o del Legislativo, que son militares, y que participaron en dos golpes de Estado -4F y 27N de 1992- acusar a sus adversarios políticos de querer dar o participar en un supuesto golpe de Estado.

Con estas constantes y reiteradas denuncias y acusaciones pretenden ocultar su reciente pasado golpista, pero al mismo tiempo disfrazar sus eventuales intenciones del mismo tipo, pero ahora desde el poder, propósito que han venido preparando al actuar sediciosamente al margen del contrato social que la sociedad venezolana se dio mediante referéndum en diciembre de 1999: la Constitución de 1999.

Para quienes se les olvida quiénes son los que circunstancialmente comandan los destinos de la nación, pueden leerse el libro del general de división Darío Jiménez Sánchez, Los Golpes del Estado desde Castro hasta Caldera (1996), fundamentado en documentos de la propia Fuerza Armada, y que en su página 206, refiriéndose a la asonada militar del 4 de febrero de 1992, al narrar los hechos, dice lo siguiente: “Los cañones engrasados, los fusiles con su conjunto móvil impecable, botas de campaña nuevas o arregladas, de hecho es la parte del vestido más difícil, más escasa, los oficiales nerviosos e impacientes, “no todos los días se tumba un gobierno”, a los aviones se les ha hecho el prevuelo, Chávez, Arias, Acosta, Urdaneta, Ortiz, Reyes, Visconti, esperan, los soldados no tan preocupados, muchos piensan que van a hacer prácticas de tiro, otros saben lo que sucederá por rumores. Es la madrugada del 3 de febrero de 1992.

El capitán Gerardo Alfredo Márquez en compañía del teniente de comunicaciones José Ornelas Ferreira ha contratado 12 autobuses en el terminal de Maracay, no les ha dicho a los choferes el destino, les ha ofrecido pagar por adelantado, éstos creen haber hecho el gran negocio, no tenían idea hacia dónde iban, era preciso contratar vehículos civiles, así la llegada a Caracas no despertaría sospechas, aparte de que era una medida que se tomaba regularmente pues aunque parezca incierto nuestros batallones de paracaidistas no contaban con vehículos para su transporte”.

Los párrafos en cursivas forman parte de la introducción al informe “Acciones y órdenes del comandante general del Ejército en relación a los hechos de sublevación militar acontecidos en el país los días 3 y 4 de febrero de 1992”. En el libro aparecen retratados de cuerpo entero los golpistas que hoy acusan a sus adversarios políticos precisamente de golpistas.

No son aisladas ningunas de las decisiones que ha tomado el gobierno y particularmente el Presidente de la República, asesorado por Fidel Castro, de crear, al margen de la Constitución un quinto componente de la Fuerza Armada Nacional como como son las milicias, y ponerlas, a su vez, bajo su mando directo a través del jefe del comando estratégico operacional, por ejemplo.

No es aislada la operación secreta que venían adelantando, de trasladar las reservas internacionales de la nación a otros países supuestamente más seguros, ante hipotéticas medidas de congelamiento por parte de Estados Unidos y Europa. Todo está concatenado.

El profesor del Cendes y Faces-UCV, economista Ángel García Banchs, dice en un artículo publicado en el portal La Patilla, que “resulta muy alarmante que el gobierno tema que se congelen las reservas como a Libia, pues ello hace pensar que las autoridades saben algo que el resto del país desconoce, o que esperan acontecimientos futuros que las pongan en riesgo, afectando la economía y la paz nacional”. Estimado amigo García Banchs, conociendo a estos personajes, que incluso, con las reservas de la nación, actúan a las sombras de la noche, es más que lógico pensar que en la cabeza de los mismos anida la idea de no entregar el poder en caso de perder las elecciones. Esta es una de las cosas que no se ha dicho con meridiana claridad, aunque pudiera incluirse cuando usted dice, “o que esperan acontecimientos futuros que las pongan en riesgo, afectando la economía y la paz nacional”.

Las reglas democráticas y constitucionales son muy claras. Quien pierde una elección debe entregar el poder como un acontecimiento normal y más bien de orgullo democrático. Las fuerzas democráticas cuentan con un factor favorable, estos señores, así como no saben gerencial una arepera, una cementera, una cooperativa, un supermercado, una procesadora de aluminio o extractora de oro con los precios actuales, etc., también hicieron evidente que, incluso, dando golpes de Estado son malos. Fracasaron el 4F y el 27N. Sin embargo, está prohibido confiarse. Es justo destacar que en los acontecimientos contra las instituciones en febrero y noviembre de 1992 las Fuerzas Armadas leales a la Constitución se impusieron holgadamente.

Abogado. Ex vicepresidente de la Comisión de Defensa

Twitter: @tellobenitez

50 Aniversario Ciudad Guayana – "Hoy hay una crisis profunda en el sindicalismo". Tello Benitez

Caracas, 13 de agosto (Lourdes Rojas Avila–noticieroindustrial.com).- En un escenario de conflictos laborales en el que se encuentra actualmente Venezuela, la falta de una sólida organización que atienda y reclame por los derechos de los trabajadores ha ocasionado que el sindicalismo esté sumido en una profunda crisis, tanto así, que la violencia desatada en diversas empresas ha cobrado muchas víctimas, siendo el estado Bolívar uno de los mayores protagonistas.

“La violencia sindical es un grave problema donde el movimiento sindical ha perdido la perspectiva porque en lugar de luchar por el derecho al trabajo establecido en la Constitución, que es un derecho humano, ellos se disputan los puestos de trabajo a punta de pistola”, aseguró Tello Benítez, quien es abogado de profesión con amplia experiencia dentro del mundo sindical en el estado Bolívar.

Según datos recogidos por el dirigente sindical de Ciudad Guayana, Adón Soto, desde el año 2005 a la fecha se han contabilizado 251 sindicalistas asesinados en el Estado Bolívar. En el 2006 fueron 25; en el 2007, 24; en el 2008, 12; en el 2009,13; en el 2010, 16 y en lo que va de 2011, 10 víctimas.

La cifra de 2011 incluye al trabajador, Renny Rojas, de Ferrominera Orinoco, muerto hace 2 meses, cuando se iba a realizar una asamblea para escoger la comisión electoral del Sindicato Sintraferrominera Criticó Benítez que el sindicalismo antiguo comportó toda una serie de vicios, “un sindicalismo como el de la Confederación de Trabajadores de Venezuela: vertical, muy corrompido, antidemocrático (por el escaso nivel de consulta con los trabajadores), lo cual se ha conjugado con las políticas del actual gobierno que va contra el sindicalismo, y sobre todo, ha minado toda la actividad económica que dio base a este sector. y todo eso es lo que combatimos. Esto ha creado un vacío en Venezuela porque no se construyó un sindicalismo alternativo”.
A su juicio, se deben alzar nuevas banderas, y la unidad del movimiento sindical, es una de ellas. “Hay que plantear un nuevo proyecto sindical, construir lo que hemos llamado un nuevo poder sindical para enfrentar las nuevas realidades”, aseguró.

“Algunos consideramos que el sindicalismo, y cualquier movimiento sindical de cambio en Venezuela tiene que plantearse, como objetivo central, lo que hoy se llama el trabajo decente; un concepto que se maneja desde la Organización Internacional del Trabajo que ha sido acordado por empresarios, gobierno, y trabajadores, es decir, un planteamiento tripartito, que supone la concepción moderna del trabajo”.

NI: ¿Cómo observa el tema sindical en Ciudad Guayana. Qué es lo que ha sucedido en las empresas básicas de Ciudad Guayana?

TB: En Guayana se gestó, en la década de los 70, el movimiento Matancero, particularmente arrancando en la Siderúrgica del Orinoco, luego se constituyó lo que fue el nuevo sindicalismo que adquirió una dimensión nacional.

El sindicalismo está ahora en una especie de resistencia respecto a todas las políticas que van contra el. Una evidencia es la crisis, la quiebra no solo de las empresas básicas, sino de la CVG que recibía aportes o ingresos provenientes de las empresas básicas, por lo tanto se han visto afectados más de 3 mil trabajadores que laboran para esa empresa, tanto empleados como obreros. Es un cuadro bien difícil, y a eso se le suma que los sindicalistas de Guayana se hayan concentrado en la defensa de sus intereses muy particulares en cada una de esas empresas. O sea, es una situación bien difícil por la pérdida de perspectiva de los actuales sindicalistas.

Hay que plantear un nuevo proyecto sindical, construir lo que hemos llamado un nuevo poder sindical para enfrentar las nuevas realidades.

Otra de las dificultades que tiene el sindicalismo de Guayana es que su peso está en las empresas básicas, y como por errores del Estado, de los empresarios, no se desarrolló aquí la pequeña y mediana industria, tenemos un sindicalismo concentrado en las empresas del Estado. No hay prácticamente sindicalismo en el sector privado. Los sindicalistas de las empresas básicas están concentrados en sus intereses olvidando el gran conjunto de los trabajadores del sector privado, no es un tema, no es un área que les intereses, tienen mejores convenciones colectivas los de las empresas del Estado y no les interesan los demás.

NI: ¿De qué se trata ese proyecto sindical que usted propone?

TB: El sindicalismo a nivel nacional está en una situación crítica, la CTV prácticamente está clandestina, y las federaciones regionales no existen. Fetrabolívar no hace nada, ni siquiera es protagonista de nada, y eso que es la federación regional. Esta gente particularmente de la CTV y Fetrabolívar se han dedicado a cuidar los bienes inmuebles que tienen, y de los cuales viven, pero no están haciendo ningún sindicalismo.

Hay quienes plantean un cambio en el sindicalismo, como los compañeros concentrados en la Fade (Frente de Defensa del Empleo y del Salario), pero al mismo tiempo militan en la CTV, pero la cuestionan también, o sea, que es una cuestión bien compleja porque militan en todas estas organizaciones.

Algunos vemos que ese cambio sindical debe darse desde los sindicatos de base, pero que estos sean protagonistas, no que sean protagonistas quienes han sido dirigentes tradicionales del sindicalismo a nivel nacional. Desde ese punto de vista hay un planteamiento.

En mi opinión, eso no va a ser un proceso tan fácil por las dificultades que tiene el sindicalismo hoy tanto en las políticas del gobierno y también porque no hay una dirigencia que se plantee un nuevo concepto sindical.

Algunos planteamos que cualquier movimiento sindical en Venezuela, de cambio, tiene que plantearse por ejemplo como objetivo central lo que hoy se llama el trabajo decente. Es un concepto que se maneja desde la Organización Internacional del Trabajo que ha sido acordado por empresarios, gobierno, y trabajadores, o sea un planteamiento tripartito y que supone la concepción moderna del trabajo.

El trabajo primero debe ser productivo, debe ser un trabajo realizado en condiciones de equidad, igualdad, seguridad, debe satisfacer necesidades del trabajador, significa protección social, debe realizarse en condiciones de dignidad, es un concepto bien completo, y esos conceptos son escasamente manejados en Venezuela, de poco conocimiento en el mismo movimiento sindical.

En Venezuela más del 80% del trabajo es precario, (cualquier forma de trabajo caracterizado por contratos de empleo atípicos, ausencia de beneficios sociales o prestaciones limitadas, un elevado nivel de inseguridad en el empleo, reducido nivel de permanencia en el puesto de trabajo, bajos salarios y un alto riesgo de lesiones y enfermedades laborales. Los jóvenes y las mujeres están entre aquellos que sólo tienen acceso a formas de empleo inciertas e imprevisibles de este tipo).Pienso que se debe abrazar esta bandera, ya que compromete a los empresarios, a los gobiernos y a los trabajadores, ya que está basada sobre las normas internacionales del trabajo, hay que impulsar eso.

Otro planteamiento que estamos haciendo y que luce polémico, por la resistencia que siempre ve el empresariado frente al sindicalismo, es reformar la Ley Orgánica del Trabajo en su artículo 417 que limita la organización de los trabajadores en sindicatos ya que este artículo establece un tope a aquellas empresas de menos de 20 trabajadores, que no pueden organizarse en sindicatos, pero la mayoría de las empresas venezolanas o buena parte de la masa laboral, se calcula en un 70% está en el sector privado.

Si se quiere un sector privado fuerte, y mejorar las condiciones de los trabajadores, el empresariado debe tener en cuenta que el sindicalismo es parte de la democracia y deben establecerse nuevas relaciones laborales.

NI: ¿Considera que es necesario crear una nueva CTV?

TB: Creo que hay que proponerse recuperar una central como es la CTV, ya eso está estructurado, tiene unas relaciones internacionales. Pero los que están allí hasta ahora no posibilitan la democratización de esa central, siguen arrastrándose viejos problemas, viejos vicios. Esta central tiene 10 años que no hace elecciones, al igual que muchas federaciones regionales y nacionales.

Creo que hay que presionar para que eso se democratice y las nuevas fuerzas sindicales opten por dirigir esa central.

Es un error que Manuel Cova, que la gente que está en la CTV se cierren ante una situación tan grave que vive el movimiento sindical venezolano porque hasta ahora la CTV no presta ningún servicio, tu no ves ningún dirigente sindical de la CTV al frente de ninguno de los conflictos que hoy se vive en Venezuela.

Hoy Venezuela es un escenario de conflictos laborales de dimensiones significativas, no solamente a nivel del trabajador, sino de las profesiones liberales, ahí está el caso de los enfermeros, de los médicos, los bioanalistas. Hay una precarización del trabajo en las profesiones liberales que debe replantearse la participación en el mundo sindical de estos sectores que podría añadirle un elemento importante como sería una mayor calificación, una mayor claridad al sindicalismo que hasta ahora ha existido.

La vida dirá si la CTV se resiste y tiene que surgir un agrupamiento que sea más fuerte que la CTV, pero plantearse crear una nueva central es profundizar la división y crear mayores dificultades hoy dada la crisis, dada la premura de tener un movimiento sindical que tenga cierta fuerza.

Hay que plantearse sobre todo la unidad del movimiento sindical, y resolver un problema de fondo que es el más grave que ha arrastrado el sindicalismo venezolano que es la falta de democracia, sobre todo en las instancias superiores.

Particularmente en los sindicatos de Guayana se hacen elecciones, y se ha creado una cultura democrática en ese sentido. A pesar de la injerencia y las limitaciones que pone el CNE, y eso lo han tomado algunos como argumento para no hacer elecciones, para no ser democráticos.

La CTV se resiste a la convocatoria de un proceso electoral.

Pero no puede haber injerencia del Estado en los asuntos sindicales, y eso ha sido llevado a la OIT y la OIT ha respaldado al movimiento sindical. Ha habido una falta de firmeza en cuanto a defender la libertad sindical de parte de las mismas organizaciones sindicales.

NI: ¿Cuáles son los reclamos más frecuentes de los que tenga conocimiento que hacen los sectores sindicales en Ciudad Guayana?

TB: Uno de los fundamentales es el desconocimiento de las convenciones colectivas firmadas que no se están cumpliendo, hay beneficios contenidos en ellas. Lo otro es ese derecho a discutir las convenciones colectivas. Se han desmejorado las condiciones de trabajo porque no hay inversiones. No hay una actualización tecnológica, la situación de los trabajadores está sumamente crítica. Por otro lado está el problema de la inflación.

Hay quienes plantean que una política del movimiento sindical es que las empresas deben ser sustentables, deben ser productivas del trabajo, y el trabajo decente plantea que el trabajo debe ser productivo. Hay empresas que no están en capacidad, en las condiciones actuales, de garantizar ni la estabilidad de los que están trabajando ni el ingreso de ningún otro trabajador.

Yo asistí (recientemente) a los sindicatos de obreros y empleados, y a los jubilados y pensionados en una reunión con la vicepresidencia de la CVG, y dicen que no tienen ingresos, no pueden cumplir con los beneficios de estos trabajadores, o sea con sus convenciones colectivas porque las empresas que son una fuente de in ingresos de ellos están quebradas. El panorama es sumamente grave y amenaza con que los conflictos laborales crezcan. Es muy grave la situación laboral de Guayana.

NI: La Cámara de Industriales de Guayana aseguró que las empresas hoy en día están siendo disputadas a punta de pistola, donde grupos armados permanentemente están presentes en los portones de las empresas para distribuirse el capital que queda de ellas, ¿qué nos puede comentar al respecto? .

TB: Ese es otro de los problemas que tiene el movimiento sindical hoy, la violencia sindical. Por cierto que el estado Bolívar ha sido uno de los protagonistas mayores de eso. Y eso es un problema del movimiento sindical, que ha perdido la perspectiva porque en lugar de luchar por el derecho al trabajo establecido en la Constitución, es un derecho humano, ellos se disputan los puestos de trabajo a punta de pistola y esa es una situación de degradación del movimiento sindical, ese es parte delos problemas que hay que abordar.

Dada la situación actual hay una coincidencia de intereses entre el sector privado, el sector académico y los trabajadores.

Aquí en Ciudad Guayana se vienen produciendo algunas reuniones en las cuales se plantea un nuevo modelo de desarrollo que implique a todos estos sectores, porque la crisis de las empresas básicas plantea que tiene que buscar cuáles son las fuentes de la economía que deben dar sustento a una nueva actividad económica en Guayana porque por la perspectiva de las empresas la situación es sumamente grave, incluso, planteando que se deben desarrollar otras áreas como el turismo, el conocimiento; que las universidades jueguen un papel importante, y se use el conocimiento como otra de las áreas económicas. Este sería un replanteamiento que a la larga opino pudieran dar un resultado.

NI: ¿Maneja data de las víctimas producto de la violencia sindical?

TB: Las cifras en Guayana son las más altas. Son muchas se habla en el 2005 de 150 trabajadores muertos en esos enfrentamientos. Allí ha habido una falta de dedicación de los sindicatos de no fundamentar eso y llevarlo a la Organización Internacional del Trabajo, se han llevado pero no con la fundamentación que se requiere. El estado tiene que ser responsable de la vida, no solamente de los trabajadores, sino de cualquier ciudadano.

Ese es un factor sumamente grave que preocupa mucho y sobre todo porque no hay una disposición del Estado a evitar esos conflictos. Días antes en mayo ocurrió la agresión al secretario general del sindicato Sutralúmina, José Luis Morocoima que fue herido de bala. Guayana ha sido lamentablemente el mayor escenario de violencia sindical en Venezuela.

NI: ¿Cuál considera usted que es la diferencia del sindicalismo antiguo al de hoy día?

TB: El sindicalismo está sumido en medio de una profunda crisis. El anterior comportó toda una serie de vicios que combatimos, y que algunos dirigentes que quedaron de ese movimiento que creamos están todavía resistiendo en el frente de algunos sindicatos, eso lo que ha posibilitado es que la cuestión en Guayana no sea más grave, pero deben dada la situación que vivimos social, económica y política de replantearse nuevos conceptos, asumir nuevas banderas como la bandera el trabajo decente.

Ese es otro de los problemas que tiene el movimiento sindical hoy, que es la violencia sindical. Por cierto que el estado Bolívar ha sido uno de los protagonistas mayores de eso. Y eso es un problema del movimiento sindical, que ha perdido la perspectiva porque en lugar de luchar por el derecho al trabajo establecido en la Constitución, es un derecho humano, ellos se disputan los puestos de trabajo a punta de pistola y esa es una situación de degradación del movimiento sindical, ese es parte delos problemas que hay que abordar

Eleuterio Antonio (Tello) Benítez es egresado de la Universidad Santa María. Dentro de sus actividades sindicales destacan que en el año 1974 fue electo Secretario de Actas y Correspondencias de la Asociación de Trabajadores de la Industria Siderúrgica del Estado Bolívar (ATISS). En 1977, fue electo Secretario de Seguridad Social de Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Siderúrgica y Sus Similares del Estado Bolívar (SUTISS), sindicato del cual es cofundador. En 1979, fue elegido como Secretario General del Sindicato Único de Trabajadores de la Industria Siderúrgica y Sus Similares del Estado Bolívar (Sutiss). Además fue Director del Periódico Matancero, una publicación sindical. Es fundador junto con el dirigente sindical Andrés Velásquez del movimiento El Nuevo Sindicalismo. Actualmente trabaja en el proyecto Hacia la Construcción de un nuevo Poder Sindical en Venezuela. Es columnista de periódicos regionales y nacionales sobre temas laborales y políticos, y es conferencista en Universidades sobre temas laborales, particularmente en la Ucab-Guayana. Asimismo Benítez es asesor Jurídico de Trabajadores de C.V.G. Ferrominera, C. A., de Sidor y de C.V.G. Bauxilum, C. A; Asesor Jurídico del Sindicato Nacional de Empleados Públicos de la Corporación Venezolana de Guayana (SUNEP-C.V.G.); y Asesor Jurídico de la Fundación de Capacitación Laboral Petrolera (Fundapetrol). Presidente del Instituto de Capacitación, Actualización y Formación para el Trabajo (Fundatrabajo), y Editor de la pagina web: www.podersindical.org.

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El libro 2º de las actas de la Independencia / Por Tello Benitez

El Congreso de 1811 suspendió sus sesiones en Caracas el 15 de febrero de 1812 y las reabrió en Valencia el 1 de marzo de dicho año. Ante la aproximación de las tropas realistas se vio obligado a suspenderlas a finales de abril, no pudiendo reabrirlas nuevamente por los avatares de la guerra. El archivo del Congreso estaba extraviado, no se sabía si estaba en el país o en el extranjero, incluida el Acta Original de la Independencia; pero el 23 de octubre de 1907 tuvo el ciudadano doctor Francisco González Guinán, miembro de número de la Academia Nacional de Historia la fortuna de encontrar, con la mediación del ciudadano Ricardo Smih, en la casa de la señora María Josefa Gutiérrez de Navas Spinola, de la ciudad de Valencia, el libro 2º de las actas originales del Congreso de 1811 que contiene los trabajos del Congreso, desde el 25 de junio al 24 de diciembre del mencionado año; figurando entre otras materias importantes en esos trabajos el Acta Solemne de la Independencia, el acto de la firma de la misma y la primera constitución de la República del 21 de diciembre de 1811.

Recuperados y verificada la autenticidad de los archivos, el 1 de enero de 1910 el general Juan Vicente Gómez, presidente provisional de los Estados Unidos de Venezuela, dicta el decreto por el cual se ordena construir en el Salón Elíptico del Palacio Federal un arca para depositar el Libro de Actas del Congreso de 1811. El artículo 1º de este decreto dice lo siguiente: “Como ofrenda del Gobierno nacional en la celebración del primer centenario de la Independencia de Venezuela, procédase a construir un lugar adecuado del Salón Elíptico del Palacio Federal un arca con tapa de cristal y doble tapa de plata para depositar en ella el Libro de Actas del Congreso de 1811, abierto por las páginas dónde estamparon los patricios sus firmas en el Acta Solemne de la Independencia”. El artículo 2º del decreto constituye otro reconocimiento a los diputados de 1811 y dice así: Artículo 2º: “El depósito del libro de las actas en el arca se efectuará con toda solemnidad el 5 de julio de 1911, en apoteosis a los patricios miembros del celebre Congreso, signatarios del Acta Magma”. La edición especial del Libro de Actas del Congreso de 1811, del cual dispongo de un ejemplar en base al cual hago esta columna, fue ordenada mediante el artículo 5º del decreto, que dice lo siguiente: Artículo 5º: “El Libro de Actas del Congreso de 1811 será esmeradamente impreso para ser repartido entre las oficinas públicas, legaciones, consulados, bibliotecas, academias y demás centros científicos y literarios del país; como entre los soberanos, cancillerías, bibliotecas y academias de las naciones amigas”.

En los momentos actuales hay que tener muy presente lo que de seguidas se dice en el Acta de nuestra Independencia: “… como todos los pueblos del mundo estamos libres y autorizados para no depender de otra autoridad que la nuestra y tomar entre las potencias de la tierra el puesto igual que el Ser Supremo y la naturaleza nos asignan, ya que nos llama la sucesión de los acontecimientos humanos, y nuestro propio bien y utilidad…”

Ahora, cuando conmemoramos el bicentenario de la independencia de Venezuela, además de disminuirse el reconocimiento a los patricios que suscriben el Acta de la Independencia, dándosele preponderancia al factor militar, tanto el Ejecutivo como el Legislativo actual se empeñan en subordinar los destinos nacionales a un proyecto político allende las fronteras, quedando evidente, además, que la mayoría oficialista de la actual Asamblea Nacional está a años luz de lo que fueron los diputados del Congreso de 1811, los actuales luchan por la sumisión del país, luchan no por el tricolor nacional y la unidad de los venezolanos, sino por una bandera roja que nos divide; mientras aquellos lucharon e hicieron patente la independencia.

Por cierto, que entre los diputados de 1811 estaba, Manuel Pálido Maneyro, diputado por Margarita, cuya intervención la recoge el Acta del 5 de julio de ese año, en los siguientes términos: “Soy el que llevó a Margarita la noticia de la resolución de Caracas el 19 de abril: los que entonces se adhirieron a ella, y ahora me han constituido su representante conocían entonces cómo ahora la caducidad de los derechos de Fernando: siguen a Caracas y la seguirán siempre, y yo a nombre de ellos suscribo a la independencia”.

(*) Abogado
Twitter: @tellobenítez

El sindicalismo y Guayana

El uso de bandas armadas, con la venia del gobierno y su partido, para intimidar y tratar de impedir que los trabajadores ejerzan el derecho a protestar, es mucho peor que las prácticas de las llamadas «mafias sindicales»


Por: León Arismendi

Tal vez porque lo haya oído decir en la escuela primaria, asocio la creación de las empresas de Guayana con el inicio de un desarrollo industrial tendente a diversificar nuestra economía y hacerla menos dependiente del petróleo.

Alcasa, Venalum, Sidor; eran emblemas de una nación pujante que proyectaba progreso. Una enorme cantidad de trabajadores, provenientes de los diversos rincones del país, acoplaban sus vidas a turnos rotativos y le marcaban nuevos hábitos a la dinámica de las poblaciones ubicadas al sur del padre Orinoco.

Por razones obvias, la discusión de los problemas laborales se hizo parte de la cotidianidad: en las paradas de autobuses, en los portones de las fábricas y en cuanto lugar fuere propicio, el reparto de volantes y periodiquitos alusivos a los reclamos de los trabajadores era incesante.

Cualquier partido o movimiento político que se preciara de ser tal debía tener presencia y dirigentes capaces de hacerse oír en aquellos escenarios. Para quienes, como yo, se habían hecho fieles del catecismo marxista-leninista, Guayana era un símbolo mítico, la cuna del nuevo proletariado. Acercarse a los portones de Sidor era constatar que el socialismo estaba cerca.

A Guayana se mudaron, entre otros, Teodoro Petkoff y Alfredo Maneiro, a procurar darle impulso a sus organizaciones (el MAS y la Causa R, respectivamente) en el movimiento obrero. Ganar las elecciones del sindicato siderúrgico (Sutiss) era un reto insoslayable.

Las denuncias sobre corrupción, falta de representatividad y democracia, que se le imputaban al sindicalismo cetevista, tuvieron en Guayana más eco que en otras partes. El triunfo de los «Matanceros» en Sutiss, encabezados por Andrés Velásquez y Tello Benítez, se gestó en ese contexto y generó grandes expectativas en torno a la posibilidad de consolidar una referencia sindical de nuevo tipo.

El modo brutal como el buro sindical de AD trató de aniquilar aquel movimiento produjo el efecto contrario: Luego de la intervención de Sutiss, el Nuevo Sindicalismo se convirtió en un movimiento nacional y AD vio languidecer cualquier posibilidad de volver a dirigir a los siderúrgicos.

Unos cuantos años han transcurrido desde entonces; aún no ha logrado consolidarse una nueva fuerza sindical que sintetice y le dé coherencia a la lucha de los trabajadores, pero el talante contestatario y democrático del movimiento sindical de Guayana, en particular el de las empresas estatales, sigue siendo un dato de la realidad.

Quizás eso explique sus simpatías iníciales con el chavismo y también su actual reacción ante la constatación de la estafa que está en curso, es decir, un gobierno autoritario y pirata, empecinado en acabar con lo que queda de las empresas de Guayana, a la par de liquidar al sindicalismo autónomo, democrático y libre.

El uso de bandas armadas, con la venia del gobierno y su partido, para intimidar y tratar de impedir que los trabajadores ejerzan el derecho a protestar, es mucho peor que las prácticas de las llamadas «mafias sindicales» y la negación flagrante de cualquier idea revolucionaria.